El reto que tiene Samsung con el Galaxy S4 es gigante. El mismo éxito que ha tenido implica que tiene la obligación de cumplir. Y, si me preguntan, creo que les gusta el reto. La historia del gigante coreano en el reino de teléfonos realmente empezó con el S II. Ese fue el dispositivo que realmente validó todos los esfuerzos de Samsung.
Antes del S II, la organización apenas era una más del montón; hacía teléfonos buenos, pero no estaba en el ‘top of mind’ de los consumidores mundiales. Inteligentemente, aprovecharon el buen nombre que les dio el S II y lo explotaron con el S III. Fue con ese último que Samsung pisó con su zapato talla 45 y despejó las dudas sobre su validez como uno de los grandes jugadores del mercado de teléfonos inteligentes.
Esa pequeña historia es la base de toda la presión que tiene Samsung con el nuevo miembro de su galaxia. El S4 llega a un escenario sustancialmente diferente al de sus dos hermanos mayores. Android se ha convertido en la plataforma más popular entre los usuarios de teléfonos inteligentes, y los celulares con pantallas grandes y muchas funciones de software dejaron de ser una excepción para convertirse en la norma. Los páneles grandes ya no son una novedad; casi todos los fabricantes de Android ya tienen celulares con pantallas entre las 4,5 y 5 pulgadas. La competencia está más voraz que antes: HTC tiene un gran teléfono con el One, el iPhone sigue siendo muy popular y Nokia está mostrando productos muy interesantes con sus nuevos Lumia.
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